Por afuera del huerto se extienden geografías húmedas y salvajes.
Un mundo enmarañado como la cabellera del espino.
Donde nadie pronuncia el nombre del olivo ni alude a la existencia de los robles.
Por afuera del huerto proliferan las voces guaraníticas, linaje de yuchanes, timbóes, aromitos, desconsuelo de sauces, asambleas de ceibos, de laureles,
altos jacarandáes lloviznando campánulas en la exacta, precisa coordenada de añiles y aceras implacables.
Y algunas mariposas que llegan con su muerte en las espaldas.
Por afuera del huerto transcurre la comarca.
Con sus calles umbrosas, sus ardores, sus ángeles custodios, sus historias, sus templos, sus milagros.
Con sus hondos silencios quebrantados a golpes de lloviznas, a picos de zorzales, a estertores de bayas mutiladas por la impiedad hambrienta de los silbos
o a jadeos desnudos de una aurora que avanza pariendo los crepúsculos,
leves huevos de luz depositados en nidos de palomas, entre los campanarios.
La comarca y su puente de hierro suspendido como una telaraña sobre la vastedad de la laguna.
Y la furia del agua azotando riberas con su rabo de espuma, su látigo sin pausa, sus zarpas desollando las entrañas del légamo.
Y el cauce,
el viejo cauce conduciendo las dádivas del clima hacia los sembradíos de gaviotas, los plantíos de sal y los abismos.
Por afuera del huerto,
el sopor de la siesta atraviesa el agobio de los fresnos, la piel de los lapachos,
con dardos de cigarras, con dagas de vigilias, de sosiegos.
Y los duendes escapan de todas las cortezas para atisbar el fondo del olvido.
Sobrevolando encima de los charcos como si se tratara de un espejo, una fuente de piedra,
un palantir de fuego que les permita liberar los pórticos, eludir emboscadas.
Los duendes que protegen los vuelos, los capullos, los racimos.
Por afuera del huerto el reloj de las islas adelanta el verano.
Martiriza a las hojas con sus horas punzantes, con agujas de vértigo, con cuadrantes de sol alucinado.
Les muerde el corazón.
Las asesina.
Para Tiago Segades Porta, príncipe de los elfos, señor de los olivos, heredero de ausencias.
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Música
Esta obertura ha sido creada especialmente para el libro por el músico Raúl Segades, padre de Tiago.
Historias para Tiago ( obertura) by Raúl Segades
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