Para Tiago Segades Porta, príncipe de los elfos, señor de los olivos, heredero de ausencias.

Acerca de los duendes.

En el instante en que las buenas gentes entreabren el misterio,
un lenguaje de musgos, de arroyuelos cantando entre las piedras, de susurros de brisa, se extiende en las camelias ahogadas por la esencia de la noche cayendo en cataratas.
Y en torno a las colinas,
entre hendijas de párpados,
ellas salen en largas procesiones vistiendo esas texturas de los hilos sedosos devanados en ruecas milenarias por las vírgenes ciegas
que recaman perfiles de corolas con cada lentejuela de rocío hurtada a las mejillas de la luna
en tiempos en que vagan las almendras elaborando el óleo que quiebra los hechizos.
Son bellos y salvajes como los colibríes.
Comen bayas maduras y racimos jugosos y los huevos de pájaros con el pecho amarillo y una miel agridulce
recogida en los cuernos de los corceles blancos nacidos en rincones recónditos, propicios, de los bosques sombríos.
Beben en verdes cálices el agua de escondidos manantiales o el néctar destilado por las flores silvestres, silvanas, amapolas,
que embriagan los sentidos hasta encender el sueño.
Hablan en el idioma de las razas antiguas y su sabiduría conoce los secretos de todas las mañanas
desde la edad del Caos, desde la edad del mar, de los peñascos, de la niebla encrespada,
antes del nacimiento de los hombres y su horrible pecado castigado por diásporas y filos encendidos al este de la tierra donde moran los dioses.
Son bellos y salvajes como los colibríes.
En ciertas ocasiones, cuando llovizna polen de ceniza sobre los abedules,
si un sonido de lámpara naciendo se posa en los ramajes,
sus alas se adivinan sobrevolando sitios primordiales y ofrendan las glicinas de los huertos su fragancia alilada.
Y no debe mirárseles al fondo de los ojos,
ambarinos y quietos y profundos como un viento que quema la memoria, que quiebra talismanes y conjuros
porque las carnes tornan de un marfil tan intenso que hasta la misma sangre intenta detenerse como si, de improviso,
estallara un presagio en los espejos.

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Música

Esta obertura ha sido creada especialmente para el libro por el músico Raúl Segades, padre de Tiago. Historias para Tiago ( obertura) by Raúl Segades

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