Para Tiago Segades Porta, príncipe de los elfos, señor de los olivos, heredero de ausencias.

Acerca de los ritos.

Es por todos sabido que cada dinastía de los elfos preserva sus secretos en arcones, estanques, laberintos.
Y cuando el alba evade los misterios del roble
se reúne en las inmediaciones de los fuegos para retransmitirlos a través de los códigos antiguos.
Advierten que no es bueno aventurarse por las colinas huecas a la hora del crepúsculo
donde es inevitable toparse con la hueste.
Con esa desdichada comitiva que secuestra los sueños y luego los devora entre dientes oscuros, afilados.
Recuerdan que resulta conveniente atar guirnaldas de camelias blancas o quizás margaritas a los altos portales de los huertos.
Consideran el número de cruces, las señales litúrgicas impregnadas del óleo que tejen las almendras
para encender la magia sobre la frente pura de los príncipes.
Para impedir su entrada a los caminos donde florecen pájaros y frutos y las flores se esfuerzan en parir colibríes a pesar de la ausencia.
De lo contrario habrá un dolor trepando por las entrañas mismas del subsuelo
tal como si la hiedra o la llovizna cubriera las estatuas, los nombres que nombraron sus asombros, las largas cabelleras del olvido.
Se entregarán los huecos de la sangre a cualquier carretera de verano,
velarán cada espectro como si fuera el último,
cavarán los terrones tal como si quisieran inhumar breves bulbos de esperanzas, diamelas, mariposas.
Se ofrendarán los párpados para que los destrocen los murciélagos entre los campanarios del silencio
hasta que alguien pronuncie la llamada detrás de los umbrales tallados en la piedra.
Se ocultarán relojes caídos de rodillas junto a dalias fragantes crucificadas de rocío,
de lámparas selladas para siempre o hasta el insomnio de otros funerales.
Se construirán plegarias cargadas de desnudas profecías, clavelinas, duraznos.
Deambularán sobre los talismanes como si no pudieran encontrar los senderos.
Se vestirán de luto.
Asistirán a las mutilaciones de las vides.
Quitarán una a una las astillas de luna que trizaron sus pobres corazones. Comenzarán los días de la muerte.
Como en las pesadillas.
Como hace mucho tiempo.

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Música

Esta obertura ha sido creada especialmente para el libro por el músico Raúl Segades, padre de Tiago. Historias para Tiago ( obertura) by Raúl Segades

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